martes, 13 de septiembre de 2011

He decidido quedarme atrás.

Sin ánimo, sin aliento,
sin pasos ni sombras refregándome en el maldito desnudo.
Y me voy llorando,
me voy cantando,
me voy saltando,
me voy sintiendo exagerada al andar
para volver a unirme a la carretera
y ver tan lejos, lejos lo que podría ser de mí.
Me voy con las ganas en las manos
caminando hacia aquel lugar tan ido, ido de respuestas.
Preguntándome que ha de faltar
para poder sentir la quemada de tus ojos
que ha de faltar para poder abrazar sin prejuicios
que ha de faltar para correr sin ojos en la espalda
que ha de faltar para cruzarnos las palabras.
Llego rendida después del día
nítida como siempre, radiante
pero rendida.
Frustrada a medio amanecer
cansada de uno y cuantos sonidos
temblando de ira contra la vida.
Gritándome en contra de la pared y un espejo
un par de frases ya repetidas
retándome, regañandome enfurecida
sobre los aires de cuyos momentos
que he perdido en mis bajos mares y eternos diluvios.
Miro pensando en lo infinito
con temor a elegir un límite,
límite erróneo,
límite absurdo.
Me he visto en el reflejo de la ventana
con miedo a asomar ni una pelusa,
me he visto ahí, porque sin querer me he conformado ya con el solo reflejo.
Penoso una vez mas el relato y la película de mis memorias
justo como no quería, justo como me hace daño.
Nuevamente he montado una nube
para poder bautizarla en mi honor
pero veo, indago
y percibo que existe un sol y un paraíso,
luego ya no respiro y caigo al vacío
negando a la muerte, negando a la vida
en un limbo imparable
del cual ya quiero bajarme.

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